¿Qué Podrían Aportar Las Ciencias Sociales Y Humanas A Las Ciencias Veterinarias En El Campo De La Investigación Científica?

Rosa Elsa Pérez Peña Médico Veterinario Universidad Nacional de Colombia Estudiante Maestría Estudios Humanísticos

Diplomada en Métodos Cualitativos de Investigación Social Docente Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia FUSM

Bogotá, Colombia, 2004

En el presente ensayo pretendo mostrar cómo las ciencias veterinarias, como ciencias pertenecientes a las consideradas como “duras” o naturales, ha interpretado de manera reduccionista el aporte que podría recibir de las Ciencias Humanas, ignorando que su campo de acción incluye la relación hombre-animal-ambiente como un sujeto de estudio complejo, el cual requiere de herramientas que la sola formación físico-biológica del veterinario no le aporta.

Introducción

La situación ya había sido detectada hace más de veinte años en Latinoamérica. Díaz Bordenave, citado por Ramakrishna, menciona que “la formación de los investigadores agrícolas, agrónomos, veterinarios, zootecnistas, está orientada fundamentalmente hacia lo tecnológico físico-biológico, a pesar de que su práctica profesional exige un trato continuo con los problemas sociales y humanos” (Ramakrishna, 1984:11).

En Colombia la problemática tampoco se desconoce, Morales (1987) expone que “Cuando salimos [lo veterinarios] al campo, al área rural y cuanto más alejada se encuentre esta de centros importantes, nos encontramos con una serie de problemas sociales, y de orden médico-veterinarios que necesaria y obligatoriamente tenemos que resolver”.

Ambos investigadores se preguntan por qué las soluciones (tecnológicas) planteadas hasta el momento no han logrado resolver la problemática que se presenta a nivel rural y coinciden en la misma conclusión: para uno nuestra formación debe ser más integral, más interdisciplinaria e incluir ramas de otras ciencias (las humanas) y para el otro debe ser reflexiva e incluir la formación social del profesional.

Aunque la polémica lleva muchos años, aún en la actualidad la formación y el ejercicio profesional del veterinario en Colombia sigue la corriente de pensamiento positivista, que considera el método científico experimental como único válido en la ciencia y a las ciencias humanas como no científicas o seudociencias.

Algunos conceptos de ciencia mencionados en el curso de Filosofía de la ciencia esenciales en la visión médico veterinaria.

Mardonés (1991) en su libro Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales, hace un recuento histórico de las diferentes posturas que desde la filosofía ha tenido el concepto ciencia. En este, observamos la evolución desde la concepción netamente positivista de Comte para quien “sólo se puede entender de una única forma la explicación científica” y esto se logra con la aplicación de un método, el de la ciencia físico/matemática, que aporta una explicación causal a través de leyes generales-hipotéticas de la naturaleza, con el interés de dominarla y controlarla (Mardonés, 1991:29), hasta la argumentada por Adorno, Habermas, Apel y Foucault, quienes desde su posición crítica social, plantean la complementariedad de las ciencias, que aunque desea la unidad, no se funda en el método científico, sino en la comprensión/explicación de la realidad, en la que se da el fenómeno o acción estudiada, con un interés de emancipación o transformación social.

Apel dice al respecto, “Tomamos la complementariedad en el sentido de N. Bohr, lo cual quiere decir que el conocimiento mediante la objetivación y el conocimiento mediante la comprensión intersubjetiva se complementan y excluyen respectivamente y al mismo tiempo” (Mardonés, 1991:373). Así para estos pensadores actuales la definición de ciencia no se enmarca en la aplicación o no de un método sino en la comprensión/explicación de los fenómenos como hechos sociales que pueden ser transformados.

¿Por qué hacer énfasis en éstas dos posturas citadas por Mardonés? Precisamente porque en las ciencias veterinarias predomina una de ellas, la positivista, mientras la última, la crítica social, esta casi ausente. El arquetipo de profesional veterinario tiene una formación y actuar netamente técnico, su mirada reduccionista abarca básicamente el animal como objeto de producción y las mascotas como pacientes clínicos; sigue el modelo propuesto por el positivismo decimonónico de Comte con su homogeneidad doctrinal, el paradigma de las ciencias exactas, explicación causal e interés dominador. No se detiene a pensar o reflexionar sobre su compromiso social. Freire (1984) describe muy acertadamente esta actitud, cuando señala que el individuo que no es capaz de reflexionar sobre su forma de actuar, simplemente se convierte en un ser que responde a los estímulos externos que la comunidad le impone sin preguntarse el por qué o el para qué. Es un ser inmerso en el mundo, a él adaptado y sin conocimiento de él, que no ha adquirido la capacidad de admirar su entorno, de interrogarlo, conocerlo y transformarlo.

Foucault, citado por Mardonés, ofrece una salida a la situación cuando plantea que “Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de cómo se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando” (Mardonés, 1991:393). Advierto en ello una invitación al veterinario para interrogarse no sólo desde su saber técnico o médico sobre las problemáticas que enfrenta diariamente, sino a retomar éstas mismas problemáticas desde otras miradas (Ciencias Sociales), buscando nuevas alternativas de solución que se enmarquen en la acción social y no únicamente en el individuo en particular (en este caso el animal).

Vacíos de información que deja la visión reduccionista de las ciencias veterinarias

Básicamente son los mismos vacíos encontrados por pensadores como Popper, que aunque empírico-analista intentó ir un poco más allá del positivismo de Comte y Durheim, cuando critica que “el análisis lógico del conocimiento científico sólo se interesa por cuestiones de justificación o validez y no de hecho” (Mardonés (1991:154). Aboga aquí por una posición crítica del científico frente a lo que afirma o rechaza, aunque se queda corto al dejarla sólo en el plano de lo abstracto, en las teorías, más exactamente en la contrastación que el científico pueda hacer de éstas para refutarlas.

A las ciencias veterinarias llega la influencia de este pensamiento al campo del desarrollo rural básicamente donde encontramos planteamientos que proponen un análisis crítico de las técnicas ofrecidas a las comunidades rurales, sobre todo de Latinoamérica, con la finalidad de estudiar su potencial de adopción. Los estudios se centran entonces en encontrar las técnicas que pueden ser adaptadas a las condiciones nacionales, “la transferencia se concibe hoy como una permanente investigación sobre los factores que potencializan o restringen la innovación y como un mecanismo de análisis de la problemática tecnológica” (Rivera B. Ortega N., 1996: prólogo). La problemática de la transferencia deja, con este enfoque, por fuera al campesino como actor principal de la transferencia. Así, para estos veterinarios, la ciencia consistiría en un método que permite “ensayar posibles soluciones para sus problemas… donde se proponen y critican objetivamente soluciones”, como lo menciona Popper (Mardonés, 1991:174).

De la misma manera su preocupación es la objetividad y neutralidad valorativa de la investigación que adelantan, aunque ahora no depende del análisis experimental bajo condiciones controladas, sino de la crítica recíproca entre científicos que desarrollan labores similares en espacios diferentes. Se habla entonces de “validación de tecnologías”, que en Colombia se convirtió en Ley bajo el Sistema Nacional de Transferencia de Tecnología Agropecuaria (SINTAP), la cual tiene por objeto fomentar la producción nacional mediante la modernización y actualización de la tecnología aplicable a la explotación agrícola, pecuaria, forestal y piscícola usando la validación, ajuste, transferencia y adopción de la tecnología agropecuaria (Torres. et.al., 2000); se pensaba que la investigación en desarrollo rural debía centrarse en mostrar la validez de la tecnología bajo las condiciones particulares del país. Sin embargo el nivel de adopción de tecnologías se mantuvo bajo, frente a lo cual los científicos argumentaron la tradicionalidad del campesino, terquedad e ignorancia como factores negativos influyentes; la lógica de producción campesina era un aspecto ignorado por los estudiosos.

Percibo cómo los resultados obtenidos bajo esta modalidad se acercan a la filosofía planteada por Popper cuando afirma que “en las ciencias trabajamos con teorías, es decir con sistemas deductivos…un ensayo de explicación…un intento de solucionar un problema científico…racionalmente criticable por sus consecuencias” [objetivas] (Mardonés, 1991:179). El enfoque del SINTAP responde a las tesis sobre la concepción de la ciencia defendidas por Popper, pero se queda corto en lo que respecta al estudio de la lógica de producción (factor socio-cultural) que impide la adopción de tecnologías.

Entran aquí a jugar un papel importante las teorías que colocan la ciencia en el plano de lo social, especialmente aquellas que permiten insertar la problemática, considerada   como un objeto aislado, en una estructura mayor a través de la búsqueda de relaciones. Por ejemplo Kuhn, quien con su teoría del paradigma científico, pretende articular las teorías y conceptos históricamente a “escuelas de pensamiento”, por así decirlo, a las que denomina comunidades científicas. Expone la forma como los miembros de una comunidad científica al compartir la misma literatura técnica, los límites de un tema que le es propio, el mismo material científico, la prosecución de un conjunto de objetivos compartidos, incluyendo la preparación de sus sucesores (serie de aspectos compartidos que denominó paradigma), se convierten en las unidades autorizadas y productoras del conocimiento científico (Mardonés, 1991:201).

Aunque busca articular la ciencia no ya a un método sino a lo social, en este caso la comunidad científica, para mostrar el progreso que las teorías han tenido a través del tiempo, la “estructura de las revoluciones científicas”, reduce el concepto sociedad a un grupo de personas, los científicos, pero sigue dejando por fuera la sociedad macro con sus intereses extracientíficos como los culturales y políticos. Las ciencias veterinarias toman este enfoque para hablar de “especialidades” conduciendo a lo que se conoce como “parcelación” del saber. Es tanta la subdivisión entre una especialización y otra que muchas veces el animal es visto como una glándula mamaria o como un jamón y la finca como una explotación lechera, agrícola o porcícola. Aunque esta mirada permite la profundización en un tema específico y el avance de las teorías en un campo del saber, la ciencia se reduce a producir saber técnico especializado, con la participación de un grupo reducido de elegidos.

La propuesta de complejidad de Luhmann también tiene su acogida en las ciencias veterinarias. Es así como dentro del desarrollo rural se propone insertar la finca en una vereda, la vereda en un municipio, el municipio en una región, la región en lo nacional y lo nacional en lo mundial, con la finalidad de observar cómo encaja la producción individual a nivel macro y cómo el profesional veterinario puede articularla a un mercado mayor. Este tipo de enfoque ofreció la oportunidad de mostrar que la producción a nivel micro (finca) tenía su propia complejidad y que al momento de intentar articularla a la producción macro, era necesario buscar las interrelaciones que existían entre una; de la misma manera que las relaciones que se daban entre un sistema y otro eran diferentes y dependían de la complejidad de cada uno.

Bien afirma Luhmann “definiremos como complejo a un conjunto de interrelaciones de elementos cuando ya no es posible que cada elemento se relacione en cualquier momento con todos los demás, debido a limitaciones inmanentes a la capacidad de interconectarlos” (Mardonés, 1991:233). La debilidad que encuentro en la propuesta, tal como se tomó en las ciencias veterinarias, es que las relaciones que se tuvieron en cuenta fueron únicamente las de carácter técnico y político, pero no las de tipo socio-cultural. Esto llevó a que muchas de las interrelaciones fueran forzadas y el aislamiento del pequeño productor o productor tradicional se hiciera más evidente, pues su lógica de producción se intentaba comprender (explicar) desde lo técnico-económico.

En los demás campos de acción de la veterinaria no se ha intentado un acercamiento entre ciencias humanas y ciencias veterinarias. La epidemiología sigue siendo netamente positivista aunque los problemas que enfrenta son sociales; la tenencia responsable   de mascotas se afronta desde soluciones netamente técnicas aunque afecta a la sociedad; el uso y abuso de medicamentos no se tiene en cuenta cuando se enseña farmacología si bien es un problema de salud pública y por supuesto la salud pública se reduce a la presencia o ausencia de enfermedades zoonóticas, sólo por mencionar algunos aspectos.

Verstehen y Erklären en las ciencias veterinarias

Personalmente considero es uno de los puntos más débiles del profesional de las ciencias veterinarias, incluso de aquellos cuyo quehacer se desarrolla en lo social. Por formación académica no es dada la estructura para intentar el Verstehen, se considera corresponde a otro campo del saber, a la acción de otro tipo de profesionales, los de las ciencias humanas. Si se revisan los diferentes pénsum académicos de las escuelas de veterinaria, por lo menos en el país, sólo un porcentaje mínimo corresponde a las humanidades, falencia que subsiste en su actuar posterior como profesional egresado.

Se observa todavía la disputa mencionada por Droysen, Dilthey y Weber entre la explicación causal o Erklären y la comprensión del significado, los valores o intencionalidad del autor de la acción (Verstehen). Para los científicos de las ciencias veterinarias sigue siendo indispensable determinar la predicibilidad de los hechos sociales a partir de sus causas, la comprensión de los significados asociados a ellos es “algo” fuera de su alcance; se contrapone el método del Verstehen al del Erklären como algo fundamentalmente distinto, tal como lo mencionara Stegmüller (Mardonés, 1991:110).

También advierto la dificultad detectada por Stegmüller, en el sentido de que los investigadores de las ciencias veterinarias tratan de responder a la pregunta por qué (un hecho social cualquiera relacionado con su campo de acción) desde sus causas o motivos fundamentales, agregando separadamente las meras descripciones de lo que sucedió, confundiendo explicar-describir con Erklären-Verstehen. De esta manera las humanidades aparecen como un añadido de las ciencias veterinarias, no como algo complementario y la comprensión se reduce a la mera descripción del hecho, sin realizar un esfuerzo por captar el sentido de la situación.

Así, puedo afirmar que el Verstehen en las ciencias veterinarias aún es algo desconocido por muchos profesionales, tanto que muchas veces se confunde con Erklären, pues se estima que al explicar se está comprendiendo el hecho.

La complementariedad entre Ciencias humanas y Ciencias veterinarias. Lo que aportaría empezar a comprender para poder explicar.

Definitivamente es algo ineludible el aceptar que la responsabilidad del veterinario va más allá del trabajo con el animal o la finca; los impactos negativos de los sistemas de producción en el medio ambiente, en la organización social, en la salud humana y el bienestar animal así lo determinan. El veterinario ya no puede hacerse el de la “vista gorda” y eludir su responsabilidad social. Las Ciencias Sociales y Humanas poseen herramientas que enriquecen su práctica profesional y facilitan que su explicación se adecue a las condiciones de la realidad en la que trabaja.

Más exactamente el enfoque crítico social permite al profesional de las ciencias veterinarias establecer la relación entre teoría y práctica, le facilita encontrar soluciones que se adaptan a la realidad en la que se mueve diariamente, le permite actuar como ser social responsable y promover el cambio; sobre todo le permite desarrollar su capacidad de autorreflexión en torno a la acción como hecho social y no solamente como hecho aislado. Bien decía Habermas refiriéndose a la relación entre ciencia y praxis “una historia que se limite de manera estrictamente científico-empírica a la explicación causal de acontecimientos individuales no tiene otro valor inmediato que el meramente retrospectivo; los conocimientos de este tipo no resultan susceptibles de aplicación práctico-vital” (Mardonés, 1991: 354); que en nuestro caso, parafraseando a Geertz, traduce “trabajar con seres reales, en un espacio y tiempo real”.

Este enfoque crítico social ha tenido mayor aceptación en disciplinas afines a las ciencias veterinarias como la agroecología, la cual menciona en sus cuatro “pilares básicos” aspectos más complejos que los simplemente técnicos; encontramos en su propuesta exige una acción ambientalmente sana, económicamente viable, socialmente justa y culturalmente aceptable. Algunos veterinarios han hecho un acercamiento desde la mirada agroecológica, pero sin abandonar su esquema técnico (científico-experimental); comparo esta actitud a la que podría tomar alguien que abre una ventana o puerta, mira todas las posibilidades que tiene, se admira, pero vuelve y entra cerrando toda oportunidad de arriesgarse y explorar.

Bien sería necesario preguntarse hasta qué punto practicamos el ejercicio filosófico que menciona Foucault, quien afirma se trata de un ejercicio en el que “se ventila saber en qué medida el trabajo de pensar su propia historia puede liberar al pensamiento de lo que piensa en silencio y permite pensar de otro modo” (Mardonés, 1991:394). ¿Hasta qué punto autoreflexionamos los profesionales de las ciencias veterinarias en torno a lo que hacemos cotidianamente? En el momento desconozco la respuesta, pero las consecuencias de lo que hacemos en conjunto podrían indicar que esta no es muy favorable.

Desafortunadamente la rigidez del método positivista sigue predominando en las ciencias veterinarias, haciendo que su actuar se apoye en una aceptación irreflexiva de un lenguaje universal guiado por el interés de la descripción-explicación objetiva de los datos del mundo. Desconoce así, como lo indica Apel, que esta “descripción-explicación de sucesos espacio-temporales, presupone la comprensión e interpretación de una comunidad comunicativa” (Mardonés, 1991:373) y no meramente lingüística.

La problemática que enfrenta el veterinario en su actuar, no es la disponibilidad de nuevas tecnologías o su adopción, es el tratar de buscar unificar en un patrón universal todas las acciones vitales, desconociendo las diferentes formas de relación hombre-animal-ambiente que existen a su alrededor. Fracasa en su intención de comprender al otro, porque lo explica según su propia imagen; no centra su interés por “la mejora de la comunicación en la dimensión propia de la intersubjetividad”, sino da por hecho que hablar es dialogar y que explicar es comprender. La única forma de mejorar la comunicación según Apel, es haciendo de esta un acto intersubjetivo basado en la interpretación (Mardonés, 1991:374), es decir practicar la hermenéutica-crítica.

Encuentro que para aplicar la complementariedad de Erklären/Verstehen en las ciencias veterinarias existe la misma limitación mencionada por Apel, no se tiene en cuenta la verdadera comunicación. Tal como lo diría Bermúdez et.al. (2005) el diálogo es un monólogo, siendo que este debería ser un polígono permanente. Los profesionales de las ciencias veterinarias desconocen el hecho de que su comunidad sujeto de trabajo puede tener objetivos distintos, concebir el mundo de otra manera, poseer otra lógica, otras representaciones, lo que les ha impedido diseñar nuevos sistemas de acercamiento a la comunidad, de producción de conocimiento y de ejercicio profesional.

El mundo asiste al énfasis en la complejidad como lo señala Mardonés, “la complejidad es un rasgo que recorre toda la realidad, desde lo inanimado a lo viviente, desde lo humano a lo social” (Mardonés, 1991:53); desconocer este hecho significa perder de vista todo el sistema, descontextualizarse, tener sólo presente una cara de la moneda. La invitación con esta autorreflexión es a que entendamos que en la ciencia no caben ya las visiones reduccionistas puramente lógicas o metodológicas, pues antes que veterinarios somos seres sociales con unas responsabilidades que van más allá de lo simplemente técnico.

CONCLUSION

El estudio de la Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales me permitió encontrar los argumentos teóricos y metodológicos para cuestionar cómo y por qué es ineludible el cambio dentro del campo de las ciencias veterinarias. Además me facilitó la información necesaria para hallar la diferenciación entre comprender/explicar y la complementariedad existente entre ellas. Puedo afirmar que muchos vacíos de información que traía en mis preconceptos de las Ciencias Humanas fueron satisfechos, permitiéndome encontrar las razones por las cuales se han dado las diversas metodologías que en mi experiencia personal he utilizado.

BIBLIOGRAFIA 

Bermúdez Olga M, et. al. (2005). El diálogo de saberes y la educación ambiental. Instituto de Estudios Ambientales-IDEA. Universidad Nacional de Colombia.

Freire Paulo. Cambio. (1984). Edit. América latina. Colombia.

 Mardones J.M. (1991). Filosofía de las ciencias humanas y sociales: Materiales para una fundamentación científica. España: Editorial Anthropos.

Morales Gustavo A. (1987). Cien años de veterinaria ¿y qué? FEDEGAN. Revista Carta Ganadera. Colombia.

 Ramakrishna B. (1984). Comunicación y desarrollo rural. ESPASANDE S.R.L. Venezuela.

Rivera B. Ortega N. (1996). Manual para el diseño de cursos de capacitación. CORPOICA. Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria Regional Uno. Colombia.

Supelano Alberto (Compilador). (S.A.). Desarrollo regional. Lecturas de CEGA. Colombia.

Torres Nemecio, et.al. (2000). Experiencias en investigación participativa- metodología CIAL- en Boyacá Cundinamarca. CORPOICA- PRONATTA. Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria Regional Uno. Colombia.

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